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Miguel Colunga

La frase que la URSS profetizó

La frase que la URSS profetizó

Medio siglo ha pasado desde aquella vez que Yuri Gagarin, heroico obrero metalúrgico, fuera interrogado por una campesina que lo miró caer en la nave Vostok. El enviado al espacio por la ex Unión Soviética (URSS) le respondería a la mujer del campo: "No se alarme soy soviético", después de que la nave Vostok impactara en la tierra.

El asombro, miedo e incertidumbre de la mujer no era para menos. Gagarin, vestido con un voluminoso traje color naranja y un casco que le hacía verse desproporcionado, acababa de cumplir la primera misión espacial en la historia de la humanidad.

Tras 108 minutos de orbitar la tierra, Gagarin y la nave Vostok regresaron de un viaje que colocaba a la nación soviética a la cabeza de la carrera por la conquista del espacio. Incluso hasta nuestros días sigue siendo líder en la materia.

Aquel 12 de abril de 1961 Nikita Jruchev se sentía confiado. Orgulloso comentaba con sus colegas del partido comunista que la carrera de los cohetes y de la conquista del espacio pondría a temblar a Occidente. Reía sonoramente. Se palmeaba con los miembros y asesores de su gobierno. No era un triunfo de Gagarin, ni de Jruchev, ni de sus ingenieros militares. Era un triunfo de la Unión Soviética que quedaría plasmada en la historia.

Acontecimiento que hasta el propio Vaticano, con Juan XXIII a la cabeza, reconocería y felicitaría.

Mientras tanto Estados Unidos desestimaba el lanzamiento de la nave Vostok. "Es una mentira", repetían tras bambalinas los hombres fuertes de la Casa Blanca, con el saliente Dwight D. Eisenhower. Para cuando John F. Kennedy llega a la Sala Oval la todopoderosa Unión Americana empeñó dinero y tecnología en alcanzar -y superar- a la URSS. Entonces Kennedy dijo que confiaba en que para ese mismo año enviarían a su hombre al espacio. Y remató con una declaración que intentaba acabar con los ideales de la grande nación soviética: "No considero que el logro soviético sea una amenaza y, de todos modos, creo firmemente que el sistema capitalista funciona mejor y proporciona mejor calidad de vida al pueblo que el ruso".

Mientras tanto, al otro lado del mundo, Gagarin se convertía en el astronauta más condecorado y reconocido de la URSS.

Así, ocho años después de que Gagarin -de 28 años de edad- rodeara la órbita terrestre, los Estados Unidos hacía su hazaña con Neil Armstrong, un 21 de julio de 1969.

Fueron ocho años en los que Estados Unidos erigió sus palabras y principios en otros temas en los que sabía que no sería superado. Porque la URSS profetizó sin querer lo que el astronauta americano diría desde su nave espacial: "Pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad".
Pero ya era demasiado tarde para los Estados Unidos.

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Twitter: @miguelcolunga1

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