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Miguel Colunga

La Codiciada Silla Presidencial

En los cuartos de guerra de los candidatos se ha activado la alerta roja: inician la segunda fase de la campaña y con ella los misiles de alto impacto. Es decir, ataques, revelaciones, filtraciones a la prensa de aspectos poco conocidos de los candidatos. Todo, claro está, aderezado por las verdades a medias y mentiras completas. ¿Quién ganará ésta ronda?

El primer debate de las campañas presidenciales, que se desarrolló el domingo 6 de mayo, fue un escenario para que los contendientes se midieran entre sí. Conocer qué ases traían bajo la manga, el tipo de respuestas que harían y cómo reaccionarían a los ataques. Es como un primer acercamiento cara a cara. Juego de sombras.

Después del domingo (que para nada fue un Súper Domingo, como algunos lo han definido) los candidatos están abriendo poco a poco sus cajas de sorpresas. Los juegos que están mostrando hasta ahora, a menos de una semana del mismo, ha sido más o menos el siguiente: Enrique Peña Nieto ha hecho declaraciones más fuertes y ácidas a los gobiernos en turno; Josefina Vázquez Mota activó un plan en medios para proclamarse ganadora del debate; y Andrés Manuel López Obrador se ha hecho acompañar en sus giras por los académicos y especialistas que formarán parte de su gabinete en caso de que gane el primero de julio entrante.

Podríamos decir que se están mostrando ante los electores como “Hombres/Mujeres de Estado”. Pero esto apenas empieza. Tal vez Peña Nieto quemó parte de sus municiones en el primer debate al atacar a diestra y siniestra a la candidata Vázquez Mota y a López Obrador. A menos que en el segundo debate –a realizarse el 10 de junio- Peña Nieto saque obuses de grueso calibre contra los otros dos candidatos, no creo que por su parte opte demasiado por las agresiones.
No pienso lo mismo de Josefina Vázquez Mota y López Obrador. Ellos entrarán con todo para despeinar al candidato tricolor. De ellos sí espero que saquen ataques fuertes, sólidos, contundentes. De esos ataques de los que ni los medios, ni los especialistas más conocedores del tema se esperan. Ojalá que así sea. ¿Por qué deseo eso? Porque para el 10 de junio quedaría un mes para las elecciones definitivas. Los cuatro candidatos tendrán 30 días para definirse ante los ciudadanos indecisos, ese oro molido electoral que los candidatos quieren meterse a la bolsa.

Incluso en ésta semana, lector, he empezado a leer en algunos periódicos y en twitter la palabra: “coalición”. Hace dos fines de semana la candidata del PAN habló del tema. Negó que haya planes de una alianza o coalición con el candidato Andrés Manuel “El Invisible” López Obrador (“El Invisible” porque el candidato de las chiqui-izquierdas pasó desapercibido en el debate del 6 de mayo).

Y es que mira lector, para como están las cosas, no dudo que el tema de la coalición empiece a crecer poco a poco. Tal vez para calentar las mentes. O como mera coincidencia política. Pero yo soy muy mal pensado, por una parte, y por otra en política nada es coincidencia.

En este juego del teatro político pareciera que se vale de todo. Ya lo vimos en las elecciones de Guerrero en el 2011. Donde en plena veda electoral –esos días previos a las elecciones en que los candidatos no pueden hacer campaña, ni declaraciones ni nada- algunos mal intencionados circularon la portada falsa de una revista de chismes del espectáculo; en ella parodiaban a un candidato dejando entrever que era homosexual. Un trabajo de guerra sucia de esos que delatan a sus creadores.

Como en aquel ejemplo de la elección estatal, en ésta Presidencial ya algunos “estrategas” están soltando sus perlas (des)informativas. ¿Cómo funciona mejor una guerra sucia? Inflándola. Exagerando. Dando el golpe certero en el foco que el grueso de la gente tiene en mente. Un ejemplo: por semanas se esparció la idea que Peña Nieto era tan ignorante que no podía hilar dos frases coherentes. Pero también una guerra sucia funciona echando mano de mentiras completas y verdades a medias.

En caso de que alguno de los candidatos queden encerrados en un callejón de guerra sucia, la mejor forma de salir de él es dándole la vuelta a la situación. Con astucia e inteligencia. Ya lo vimos en el año 2000 con la frase del candidato Vicente Fox, con la que tomó el aire suficiente que lo colocó como favorito en las encuestas: “Señor (Francisco) Labastida: a mí tal vez se me quite lo majadero, pero a ustedes lo mañosos, lo malos para gobernar y lo corruptos no se les va a quitar nunca”. ¡Disparo certero a los aires victimistas del priista Labastida!

¿Han cambiado las cosas en este 2012? Sí, demasiado. Tenemos a un PRI que maneja a su candidato como artista de televisión. Es como si el cantante Yahir se pusiera a hacer propuestas hacendarias. Con una buena estrategia política y un exceso de mediatización le creemos a Yahir que sabe de finanzas públicas.

El caso de las chiqui-izquierdas es muy interesante: no busca atraer votos, no genera inercia ni levanta pasiones. Es una campaña para su voto duro. De ahí que “El Invisible” López aplique aquella máxima de repetir la mentira hasta el punto de creerla, con respecto al fraude del 2006 y la Mafia de Lentes Oscuros y Gabardina que le quiere meter el pie.

Y Josefina Vázquez Mota nos quiere hacer creer que hace tanto que por momentos parece que no hace nada. Con una campaña errática que ha tenido al menos dos cambios de imagen y de discurso. Donde hemos pasado del “A mi nadie me regaló nada” (como si eso le interesara a los electores), al “Soy Diferente”… Sus intentos por acercarse a los indecisos provoca que muerda el rebozo de bolitas y no arriesgue.

El panorama actual es muy diferente al del 2006 y 2000. Ahora los candidatos se mostrarán tal cual son para obtener la codiciada silla presidencial. Y las mentiras completas y verdades a medias serán el aderezo de este banquete.

 

*Miguel Colunga (twitter@miguelcolunga1) es bloguero, tuitero, no tiene aires de artista y menos de tuitstar; y se le localiza en horarios de oficina. La Silla Presidencial, ¿es para el que juegue más sucio?

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