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Miguel Colunga

El mezcal de Ulises

Hace varios años atrás, por motivos de trabajo, tuve que desarrollar un proyecto de comunicación para el Gobierno de Vicente Fox.
Parte de la labor se desarrolló en el estado de Oaxaca, con personas cercanas al gobernador Ulises Ruíz.
Si bien todos se comportaban atentos y solícitos, siempre estaba en el ambiente la sensación de que a la mera hora se harían las cosas como ellos o el gobernador lo decidieran.
Así, a un día del inicio de un congreso con la OCDE en Oaxaca, todavía existía incertidumbre sobre la cede de la ceremonia inaugural.
Por lo demás, los detalles eran lo de menos.
El programa de eventos culturales para la delegación de miembros de la OCDE, incluía lo mismo un alebrije para cada uno de ellos, que una callejoneada nocturna con música tradicional.
A pesar de ser el anfitrión del evento, Ulises Ruíz solamente se dejó ver en dos ocasiones: en la ceremonia inaugural, con su aparición de "entrada por salida", a manera de pasarela, y la noche de la callejoneada.
La callejoneada inició en el ex templo y Centro Cultural de Santo Domingo, luego de una cena donde se hizo una representación completa de la Guelaguetza. Al salir del ex templo, bajaría hacia las calles del centro de la Ciudad de Oaxaca hasta una de las plazuelitas del centro histórico.
La comitiva de representantes de la OCDE, miembros del gobierno federal y estatal se revolvieron en una fiesta, donde las luminarias de las calles marcaron el camino a seguir.
Fuertemente rodeado por equipo de seguridad y gente de su comitiva estatal, el gobernador Ruíz hacía esfuerzos por presentarse afable y cortés. En uno de sus intentos, tomó una botella de mezcal y se acercaba, con el gesto adusto, ensombrecido por la oscuridad de la noche, a la persona más cercana a él para servirle de la bebida tradicional en caballitos hechos a base de bambú que habían repartido los organizadores.
El recorrido por las calles no duró mucho. Al llegar a la esquina del palacio de Gobierno, Ruíz se desapareció.
Se llevó a sus escoltas, camuflados de civiles, discretos en sus desplantes y presencia. Dio vuelta a la calle y le siguieron sus ayudantes.
Se llevó, también, una gran oportunidad de hacer presencia con representantes internacionales del organismo que evalúa, desarrolla y mide el desarrollo económico de las naciones pertenecientes a la OCDE.
Ruíz optó por desaparecer.
Así como lo hizo meses después, cuando estalló el conflicto político-social de la APPO.
Hay pequeñas grandes oportunidades que los políticos siempre desaprovechan para hacer trabajo de presencia y mejoramiento de imagen personal. Y esta, seguro estoy, fue unas de esas oportunidades.
Como anfitrión nunca dijo no por cuestiones presupuestales. Tal vez siempre antepuso trámites burocráticos innecesarios, pero su "imagen" de gobernador fue muy débil. Decir "Sí" a todas las peticiones presupuestales no era suficiente.
Le faltó trato. Y eso siempre pesará.

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